Quebrada de Humahuaca
Patrimonio de la Humanidad: ¿obstáculo o instrumento de desarrollo?
“En la cosmovisión originaria, NO concebimos la vida sin la tierra, la pacha. Ella nos da todo lo que tenemos, en ella vivimos y hacia ella regresamos cuando dejamos este mundo. Es nuestra madre… entonces ¿Cómo podemos vender a nuestra madre? ¿Cómo podemos explotarla? La tierra es nuestro más caro sentimiento y constituye la base de nuestra espiritualidad. La declaración de patrimonio es el más grave insulto a nuestra concepción del mundo.” (Comunidad Aborigen Cueva del Inca, noviembre de 2013).”
La Quebrada de Humahuaca, ubicada al Noroeste de Argentina, fue declarada Patrimonio Paisajístico de la Humanidad por la UNESCO, en el año 2003. Se realizaron una serie de actuaciones que provocaron unos efectos muy dispares en el desarrollo de sus pobladores, sobre todo en la población autóctona indígena.
¿Cómo afectó la Declaración de la Quebrada como Patrimonio de la Humanidad a las comunidades indígenas?
La patrimonialización de la Quebrada es representativa de los procesos de desarrollo de “arriba hacia abajo”, es decir, de iniciativas gubernamentales que dirigen y controlan las acciones, cuando la iniciativa viene impuesta desde “fuera” y produce un desarrollo con desequilibrios entre colectivos y un turismo incontrolado.
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Oficina de Informes Turísticos |
El gobierno regional de Jujuy decidió darle un impulso a la zona con fines exclusivamente turísticos, con escasa planificación del territorio y de las políticas turísticas y sin contar realmente con la población, mayoritariamente indígena. Se crearon “Comisiones Locales de Sitio” para que los colectivos y personas aportaran ideas, pero éstas no se tuvieron en cuenta. No hubo capacidad de influir en las decisiones de política local. La aparente participación, no implicó poder de decisión real para la población afectada, especialmente para las comunidades indígenas, para las que la afluencia excesiva de turismo chocó frontalmente con su modo de vida.
Las previsiones del aumento de visitantes conllevaron una avidez por el lucrativo negocio inmobiliario por parte de capital foráneo y un aumento de la necesidad de conseguir terrenos para construcción, originando la especulación de las tierras. La falta de títulos de propiedad de las comunidades indígenas las colocaron en una situación de presión y algunas fueron echadas de sus tierras. La desaparición de tierras por la ocupación de servicios turísticos alteró el uso que siempre le habían dado para su desarrollo como comunidad (medicinal, social, cultural).
Entre las que consiguieron permanecer, hubo parte de población que se benefició económicamente de la Declaración con la apertura de negocios relacionados con el patrimonio, pero lo hizo a través de empleo asalariado, no como propietarios. La mayor parte de comunidades vieron afectada su actividad agrícola y sus ingresos debido a la falta de agua, cuya ya escasa cantidad tenía que ser repartida ahora entre los nuevos establecimientos de alojamiento y restauración, incluidos algunos con piscina y spa.
La Declaración, debido a la difusión que hizo el gobierno de Jujuy, junto con proyectos y manifestaciones culturales locales, en cierta manera contribuyó a una revalorización externa de la cultura local y como resultado también una revalorización de la propia población indígena, largamente ninguneada. Sin embargo, la presencia de un turismo masivo y dirigido desde las agencias de viaje a conocer las tradiciones locales, que cierta parte de la población accedió a hacer públicas como reclamo turístico, impidió la intimidad de los ritos, desvirtuándolos.
Y la consecuencia más grave y resultado de todo el proceso: la constatación de la mercantilización de la tierra que los pueblos originarios consideran su “madre”, proveedora y base en la que se asientan sus funcionamientos, fue un agravio a su cosmovisión.
Desde el punto de vista de los pilares del Desarrollo Humano y cómo la Declaración de la Quebrada afectó a los pueblos indígenas, se puede constatar que los beneficios no se obtuvieron de forma equitativa, ya que la gente foránea fue la más favorecida, y en referencia a Tilcara, la población originaria y el campesinado resultaron muy perjudicados.
Tampoco se hizo un uso sostenible del territorio. De hecho, hubo destrucción del paisaje por exceso de edificaciones, lo que como hemos visto afectó negativamente a las comunidades por los distintos usos que hacen de él.
En referencia a la productividad, no se dieron buenas condiciones para que la población autóctona aumentase sus capacidades económicas y políticas, ni para mantener el bienestar previo. Por el contrario, el empoderamiento en el ámbito cultural sí se produjo, pero con el lado oscuro de la mercantilización de la cultura; no así en el político (espacios de participación sin poder real) y apenas en el económico (parte se empleó y parte perdió capacidad agrícola).
Concluyendo...
Se puede decir que el entorno natural sufrió sobreexplotación turística y que los pueblos originarios fueron los grandes ignorados, como siempre, en una iniciativa claramente con visión exclusivamente economicista y que obviamente se enfrentaba a su cosmovisión.
¿Hasta cuándo vamos a dejar de respetar su visión del mundo, de su propio desarrollo ligado a la Naturaleza? ¿Cuándo vamos a aceptar la diversidad humana y lo que ello conlleva? ¿Cuándo se van a respetar los acuerdos y la legislación que protege los derechos de los pueblos indígenas a permanecer en sus territorios?
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