Paraje Masía San Bartolomé
En el momento actual las circunstancias obligan y dado que el confinamiento nos impide desplazarnos, al menos podemos hacer una excursión virtual por las montañas del interior castellonense, leer, cerrar los ojos, imaginar lugares, colores y aromas, a la espera de poder disfrutar de la experiencia real. Con la mochila virtual, los recuerdos y la imaginación en marcha emprendo el camino.¿Me acompañas?
. A menos de dos horas de la ciudad de Valencia, en el
Maestrazgo de Castellón, nos encontramos con un paraje bellísimo y de una gran
riqueza florística. Con la magia del entorno nevado en invierno y la explosión
primaveral de cientos de especies de vistosas flores. Por no hablar de las prolíficas setas, cuando hay un buen año lluvioso.
EL VIAJE
Tomando la salida norte hacia Barcelona y luego la autovía de
Teruel, salimos hacia Caudiel, Montán, Montanejos y de ahí cruzamos el puente
hacia Villahermosa del Rio. La carretera de montaña nos lleva hasta San Vicente
de Piedrahita, pequeñísima población que atravesaremos en dirección
Villahermosa del Río. A pocos km. antes de llegar, se nos mostrará a la
derecha, el Paraje de San Bartolomé.
Paraje San Bartolomé |
LA ERMITA Y LA MASÍA
Este paraje tiene una ermita, datada del s. XVIII, que lleva
su nombre y que se abre únicamente dos veces al año, una precisamente para
celebrar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, y la otra por San Blas,
el 3 de febrero. Allí se celebra una misa y la gente puede hacer barbacoas en
el paellero habilitado y pasar un día festivo. La ermita tiene un par de
pequeñas campanas a lo alto y una escultura del santo sobre la puerta.
ermita y masía |
Adosada, hay una edificación, la Masía de San Bartolomé, que
hasta hace pocos años se usaba como hospedaje y restauración y que abría a lo
largo del año. Pero ahora podemos disfrutar del alojamiento Cabañas Masía San
Bartolomé, un grupo de cabañas de madera enclavadas en la montaña, perfectamente
acondicionadas y dispersas en los alrededores de la ermita, que invitan a
integrarnos en la Naturaleza.
LAS CABAÑAS
Las cabañas son el enclave idóneo desde el que hacer
distintos recorridos, bien hacia el rio, bien hacia el bosque de pinos o al de
carrascas. Si llegamos en primavera, nos sorprenderá tanto la vegetación típica
del bosque, como la floración ruderal que surge en el entorno de las cabañas
(maravilloso despertar rodeado de colores, aromas y sonidos silvestres) y de la
ermita, las escalinatas que a partir de ella bajan a la fuente y ésta misma.
Si
pasamos el fin de semana y llegamos de día a las cabañas podemos echar un vistazo
botánico a la parcela. O mejor empezamos al día siguiente temprano. Así no nos
perdemos la belleza de las flores que se cierran al atardecer.
cabañas Masía San Bartolomé |
Por la mañana y después de un desayuno en el porche, si el
tiempo acompaña, fácilmente observamos alrededor de la casa los capítulos
blancos y amarillos de la manzanilla de los campos (Anacyclus clavatus),
que nada tienen que ver con la manzanilla medicinal, excepto su aspecto y que pertenecen
a la mima familia de plantas. Y si nos acercamos al sendero de acceso a la
cabaña, seguro que descubrimos algunas florecillas blancas que más tarde veremos
en la zona.
manzanilla de los campos |
EL SENDERO Y LOS BANCALES AMARILLOS
También bordeando el camino, como lo hacen los estilizados cipreses (Cupressus sempervirens), un matorral con unas patentes varas emergentes salpica la tierra, pincelada aquí, pincelada allá. Es la santolina (Santolina chamaecyparissus). Frotando sus pequeñas hojas entre nuestros dedos el aroma que desprenden es peculiar e intenso. Buen aroma, ¡claro! Y si el perfume del camino lo aporta la santolina, del color se encarga la verbena (Salvia verbenaca), con su espiguilla de flores moradas.
verbena |
gota de sangre |
Podemos empezar subiendo por la corta senda de las cabañas
hacia la ermita, con gran cantidad de tomillo (Thymus vulgaris) al iniciar el camino. Los árboles frutales que bordean el el sendero cobijan bajo ellos
especies como la gota de sangre (Adonis annua), de fácil confusión con
la amapola, el geranio de los caminos (Geranium molle) o el peine de
Venus (Scandix pecten-veneris).
Y si hacemos una parada en los bancales del
recinto, ¡el espectáculo es impresionante!
El rojo de las amapolas (Papaver rhoeas), el rosa de los
distintos tipos de geranios (Geranium sp., Erodium sp.), de la palomilla
(Fumaria sp.) y de la malva (Malva sylvestris), el blanco
de las orugas silvestres y, sobre todo el amarillo de las prolíficas crucíferas, forman un extenso y denso tapiz, contrastando con el verde de las
incontables hojas.
DE LA ERMITA AL BARRANCO
Retomando la senda y saliendo por la verja que separa el
recinto de las cabañas y la ermita nos reciben especies como la espiguilla (Hordeum
murinum), la cerraja menor (Sonchus tenerrimus) o el diente de león
(Taraxacum cordatum).
puente sobre el barranco |
La explanada de la
ermita da acceso a los paelleros, situados junto a un tapiz de gramíneas, y si
bajamos por la escalinata y atravesamos el puente de madera sobre el barranco,
nos encontraremos con la típica vegetación del bosque mesomediterráneo.
Colinas
cubiertas de coníferas de la familia del ciprés, cada (Juniperus
oxycedrus) y sabina negral (Juniperus phoenicea), como arbustos
dominantes que, tal es su graciosa silueta, que cualquiera diría que han sido
recortados por la mano humana. Algunas
pequeñas especies acompañantes, de flores amarillas, brotan entre el suelo
calizo y desnivelado del terreno, como la diminuta jara-tomillo (Fumana
ericoides) y la hierba de plata (Argyrolobium zanonii).
DE ESPINAS Y COLORES
Si volvemos sobre nuestros pasos y decidimos descubrir el lado opuesto del paraje (bien indicado con el cartel "bosque"), una imponente encina (Quercus ilex) nos señala la salida del recinto de las cabañas, y al abrir una pequeña valla de madera, nos daremos de bruces con la abundante vegetación de cada y sabina negral, pero con una orla de acompañamiento mucho más variada.
aliaga |
Así, podemos observar las flores de color lila de la punzante
cojín de monja (Erinacea anthyllis) y las flores amarillas de la también
espinosa aliaga (Genista scorpius). ¡Ojo con tocarlas! También nos
esperan aromáticas como el rosado tomillo, la blanca ajedrea
(Satureja montana) y la azulada lavanda (Lavandula latifolia). Imposible
no percibir su aroma…la morada hierba de las 7 sangrías (Lithospermum fruticosum), la blanca jarilla (Helianthemum asperum),
la morada coronilla de fraile (Globularia vulgaris) y muchas especies
más.
LOS PINOS Y EL ROBLE VALENCIANO
cardo |
Siguiendo
nuestra ruta, atravesaremos una gran planicie
cubierta de crucíferas (coles, orugas de mar) y cardos, adentrándonos ya en un
denso bosque de otra familia de coníferas, las pináceas. Pinos de diferentes
especies (unos son vegetación propia del piso bioclimático, otros replantados).
Si tenemos ganas y tiempo, es una buena ocasión para acostumbrar a nuestros
ojos a diferenciar pinos. Veremos el pino carrasco (Pinus halepensis),
el que mejor conocemos por ser el más abundante en zonas bajas y medias, con
sus estróbilos y acículas medianas. El pino rodeno (Pinus pinaster), con
grandísimas piñas y acículas largas, gruesas y punzantes. El pino albar
(Pinus sylvestris), justo al contrario, de estróbilos y acículas muy pequeñas.
Y el pino laricio (Pinus nigra), con unas características piñas en forma
de copa con espirales perfectas y acículas gruesas. Todo ello salpicado de
roble valenciano o quejigo (Quercus faginea), inconfundible por sus curiosas
y útiles agallas esféricas, que el árbol forma como defensa ante el ataque de
determinados insectos.
quejigo |
agallas de quejigo |
RECORRIENDO EL BOSQUE MIXTO
Aquí, como en general en los pinares, hay poca
vegetación acompañante, pero si cruzamos el barranco, pasaremos gradualmente
del bosque de pinos a uno mixto de encinas, coscojas (Quercus coccifera)
y pinos, con algo más de diversidad vegetal. Andando la senda que nos lleva al
bosque, si tenemos suerte y las flores están abiertas, podremos admirar la
belleza del estilizado y frágil talictro tuberoso (Thalictrum
tuberosum). Si no, seguramente sus capullos verdes nos pasarán inadvertidos.
La
hierba de los ballesteros (Helleborus foetidus) asoma en el encinar,
pero mejor no nos acerquemos mucho; es una especie venenosa y además tiene
fama, como su nombre indica, de no oler nada bien. Digital negra (Digitalis
obscura), planta medicinal, aunque peligrosa; cardo corredor (Eryngium
campestre); junquillo azul (Aphyllantes monspeliensis), con sus
llamativas flores azules…y tantas otras
junquillo azul |
Incluso podemos encontrar algunas setas comestibles como la barbuda (Coprinus comatus) en la zona llana, o la sabrosa negrilla (Tricholoma terreum) y el pie azul pequeño (Lepista sordida), bajo los pinos; así como una especie muy tóxica, bajo coscojas, en el bosque mixto, la oronja blanca
(Amanita verna), que mejor ni la tocamos.
Pero el paraje no sólo alberga valiosa flora, sino que también
hay aves rapaces (distintos tipos de águilas) y abunda la cabra montés, el
zorro y el jabalí. De hecho, a primera hora de la mañana, cuando aún se
conserva la humedad de la tierra junto al barranco, se ven claramente distintas
huellas aún recientes de animales. Quizá incluso nos observan tras los arbustos
del cercano bosque…
LAS POBLACIONES CERCANAS
Y si tenemos interés en las excursiones culturales,
podemos visitar poblaciones del entorno, empezando por Villahermosa del Rio, a 8
km. De ahí recorriendo 15 km. hasta Puertomingalvo y a otros 15 km. más hasta Mosqueruela,
ambas ya en la provincia de Teruel. Con sus iglesias, murallas y calles
empedradas todas ellas tienen un encanto especial que pone la guinda a esta
zona de gran valor natural de la comarca.
Villahermosa del Rio |
Puertomingalvo |
Mosqueruela |
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Ya sea con una salida de fin de
semana o con alguna escapada del día, el paraje de San Bartolomé es un magnífico
lugar donde perderse y recuperar esa sensación de libertad y de unión con la
Naturaleza. Seguro que pronto nuestra excursión será real.