martes, 28 de abril de 2020

Excursión virtual a Villahermosa del Rio


Paraje Masía San Bartolomé




En el momento actual las circunstancias obligan y dado que el confinamiento nos impide desplazarnos, al menos podemos hacer una excursión virtual por las montañas del interior castellonense, leer, cerrar los ojos, imaginar lugares, colores y aromas, a la espera de poder disfrutar de la experiencia real. Con la mochila virtual, los recuerdos y la imaginación en marcha emprendo el camino.¿Me acompañas?


EL VIAJE


. A menos de dos horas de la ciudad de Valencia, en el Maestrazgo de Castellón, nos encontramos con un paraje bellísimo y de una gran riqueza florística. Con la magia del entorno nevado en invierno y la explosión primaveral de cientos de especies de vistosas flores. Por no hablar de las prolíficas setas, cuando hay un buen año lluvioso.

Tomando la salida norte hacia Barcelona y luego la autovía de Teruel, salimos hacia Caudiel, Montán, Montanejos y de ahí cruzamos el puente hacia Villahermosa del Rio. La carretera de montaña nos lleva hasta San Vicente de Piedrahita, pequeñísima población que atravesaremos en dirección Villahermosa del Río. A pocos km. antes de llegar, se nos mostrará a la derecha, el Paraje de San Bartolomé.

Paraje San Bartolomé

LA ERMITA Y LA MASÍA


Este paraje tiene una ermita, datada del s. XVIII, que lleva su nombre y que se abre únicamente dos veces al año, una precisamente para celebrar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, y la otra por San Blas, el 3 de febrero. Allí se celebra una misa y la gente puede hacer barbacoas en el paellero habilitado y pasar un día festivo. La ermita tiene un par de pequeñas campanas a lo alto y una escultura del santo sobre la puerta.

ermita y masía 
Adosada, hay una edificación, la Masía de San Bartolomé, que hasta hace pocos años se usaba como hospedaje y restauración y que abría a lo largo del año. Pero ahora podemos disfrutar del alojamiento Cabañas Masía San Bartolomé, un grupo de cabañas de madera enclavadas en la montaña, perfectamente acondicionadas y dispersas en los alrededores de la ermita, que invitan a integrarnos en la Naturaleza.

LAS CABAÑAS


Las cabañas son el enclave idóneo desde el que hacer distintos recorridos, bien hacia el rio, bien hacia el bosque de pinos o al de carrascas. Si llegamos en primavera, nos sorprenderá tanto la vegetación típica del bosque, como la floración ruderal que surge en el entorno de las cabañas (maravilloso despertar rodeado de colores, aromas y sonidos silvestres) y de la ermita, las escalinatas que a partir de ella bajan a la fuente y ésta misma. 

Si pasamos el fin de semana y llegamos de día a las cabañas podemos echar un vistazo botánico a la parcela. O mejor empezamos al día siguiente temprano. Así no nos perdemos la belleza de las flores que se cierran al atardecer.

cabañas Masía San Bartolomé

Por la mañana y después de un desayuno en el porche, si el tiempo acompaña, fácilmente observamos alrededor de la casa los capítulos blancos y amarillos de la manzanilla de los campos (Anacyclus clavatus), que nada tienen que ver con la manzanilla medicinal, excepto su aspecto y que pertenecen a la mima familia de plantas. Y si nos acercamos al sendero de acceso a la cabaña, seguro que descubrimos algunas florecillas blancas que más tarde veremos en la zona.

manzanilla de los campos


EL SENDERO Y LOS BANCALES AMARILLOS


También bordeando el camino, como lo hacen los estilizados cipreses (Cupressus sempervirens), un matorral con unas patentes varas emergentes salpica la tierra, pincelada aquí, pincelada allá. Es la santolina (Santolina chamaecyparissus). Frotando sus pequeñas hojas entre nuestros dedos el aroma que desprenden es peculiar e intenso. Buen aroma, ¡claro! Y si el perfume del camino lo aporta la santolina, del color se encarga la verbena (Salvia verbenaca), con su espiguilla de flores moradas.

verbena

gota de sangre
Podemos empezar subiendo por la corta senda de las cabañas hacia la ermita, con gran cantidad de tomillo (Thymus vulgaris) al iniciar el camino. Los árboles frutales que bordean el el sendero cobijan bajo ellos especies como la gota de sangre (Adonis annua), de fácil confusión con la amapola, el geranio de los caminos (Geranium molle) o el peine de Venus (Scandix pecten-veneris).

Y si hacemos una parada en los bancales del recinto, ¡el espectáculo es impresionante!  El rojo de las amapolas (Papaver rhoeas), el rosa de los distintos tipos de geranios (Geranium sp., Erodium sp.), de la palomilla (Fumaria sp.) y de la malva (Malva sylvestris), el blanco de las orugas silvestres y, sobre todo el amarillo de las prolíficas crucíferas, forman un extenso  y denso tapiz, contrastando con el verde de las incontables hojas. 



DE LA ERMITA AL BARRANCO


Retomando la senda y saliendo por la verja que separa el recinto de las cabañas y la ermita nos reciben especies como la espiguilla (Hordeum murinum), la cerraja menor (Sonchus tenerrimus) o el diente de león (Taraxacum cordatum).

diente de león

puente sobre el barranco
 La explanada de la ermita da acceso a los paelleros, situados junto a un tapiz de gramíneas, y si bajamos por la escalinata y atravesamos el puente de madera sobre el barranco, nos encontraremos con la típica vegetación del bosque mesomediterráneo.

 Colinas cubiertas de coníferas de la familia del ciprés, cada (Juniperus oxycedrus) y sabina negral (Juniperus phoenicea), como arbustos dominantes que, tal es su graciosa silueta, que cualquiera diría que han sido recortados por la mano humana.  Algunas pequeñas especies acompañantes, de flores amarillas, brotan entre el suelo calizo y desnivelado del terreno, como la diminuta jara-tomillo (Fumana ericoides) y la hierba de plata (Argyrolobium zanonii).

cadas y sabinas negrales


DE ESPINAS Y COLORES


Si volvemos sobre nuestros pasos y decidimos descubrir el lado opuesto del paraje (bien indicado con el cartel "bosque"), una imponente encina (Quercus ilex) nos señala la salida del recinto de las cabañas, y al abrir una pequeña valla de madera, nos daremos de bruces con la abundante vegetación de cada y sabina negral, pero con una orla de acompañamiento mucho más variada.

cadas y sabinas negrales

aliaga
Así, podemos observar las flores de color lila de la punzante cojín de monja (Erinacea anthyllis) y las flores amarillas de la también espinosa aliaga (Genista scorpius). ¡Ojo con tocarlas! También nos esperan aromáticas como el rosado tomillo, la blanca ajedrea (Satureja montana) y la azulada lavanda (Lavandula latifolia). Imposible no percibir su aroma…la morada hierba de las 7 sangrías (Lithospermum fruticosum), la blanca jarilla (Helianthemum asperum), la morada coronilla de fraile (Globularia vulgaris) y muchas especies más.

ajedrea

LOS PINOS Y EL ROBLE VALENCIANO


cardo
Siguiendo nuestra ruta, atravesaremos una gran planicie cubierta de crucíferas (coles, orugas de mar) y cardos, adentrándonos ya en un denso bosque de otra familia de coníferas, las pináceas. Pinos de diferentes especies (unos son vegetación propia del piso bioclimático, otros replantados). 

Si tenemos ganas y tiempo, es una buena ocasión para acostumbrar a nuestros ojos a diferenciar pinos. Veremos el pino carrasco (Pinus halepensis), el que mejor conocemos por ser el más abundante en zonas bajas y medias, con sus estróbilos y acículas medianas. El pino rodeno (Pinus pinaster), con grandísimas piñas y acículas largas, gruesas y punzantes. El pino albar (Pinus sylvestris), justo al contrario, de estróbilos y acículas muy pequeñas. Y el pino laricio (Pinus nigra), con unas características piñas en forma de copa con espirales perfectas y acículas gruesas. Todo ello salpicado de roble valenciano o quejigo (Quercus faginea), inconfundible por sus curiosas y útiles agallas esféricas, que el árbol forma como defensa ante el ataque de determinados insectos.


quejigo
agallas de quejigo


RECORRIENDO EL BOSQUE MIXTO

Aquí, como en general en los pinares, hay poca vegetación acompañante, pero si cruzamos el barranco, pasaremos gradualmente del bosque de pinos a uno mixto de encinas, coscojas (Quercus coccifera) y pinos, con algo más de diversidad vegetal. Andando la senda que nos lleva al bosque, si tenemos suerte y las flores están abiertas, podremos admirar la belleza del estilizado y frágil talictro tuberoso (Thalictrum tuberosum). Si no, seguramente sus capullos verdes nos pasarán inadvertidos.

 La hierba de los ballesteros (Helleborus foetidus) asoma en el encinar, pero mejor no nos acerquemos mucho; es una especie venenosa y además tiene fama, como su nombre indica, de no oler nada bien. Digital negra (Digitalis obscura), planta medicinal, aunque peligrosa; cardo corredor (Eryngium campestre); junquillo azul (Aphyllantes monspeliensis), con sus llamativas flores azules…y tantas otras

junquillo azul

Incluso podemos encontrar algunas setas comestibles como la barbuda (Coprinus comatus) en la zona llana, o la sabrosa negrilla (Tricholoma terreum) y el pie azul pequeño (Lepista sordida), bajo los pinos; así como una especie muy tóxica, bajo coscojas, en el bosque mixto, la oronja blanca (Amanita verna), que mejor ni la tocamos.

barbuda
Pero el paraje no sólo alberga valiosa flora, sino que también hay aves rapaces (distintos tipos de águilas) y abunda la cabra montés, el zorro y el jabalí. De hecho, a primera hora de la mañana, cuando aún se conserva la humedad de la tierra junto al barranco, se ven claramente distintas huellas aún recientes de animales. Quizá incluso nos observan tras los arbustos del cercano bosque…


LAS POBLACIONES CERCANAS


Y si tenemos interés en las excursiones culturales, podemos visitar poblaciones del entorno, empezando por Villahermosa del Rio, a 8 km. De ahí recorriendo 15 km. hasta Puertomingalvo y a otros 15 km. más hasta Mosqueruela, ambas ya en la provincia de Teruel. Con sus iglesias, murallas y calles empedradas todas ellas tienen un encanto especial que pone la guinda a esta zona de gran valor natural de la comarca. 

Villahermosa del Rio



Puertomingalvo



Mosqueruela


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Ya sea con una salida de fin de semana o con alguna escapada del día, el paraje de San Bartolomé es un magnífico lugar donde perderse y recuperar esa sensación de libertad y de unión con la Naturaleza. Seguro que pronto nuestra excursión será real.


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