¿Viaje de naturaleza consciente o burbuja viajera?
Tod@s conocemos
los viajes convencionales. No importa adónde vayamos, probablemente estaremos
participando en un turismo de masas en el que las empresas turísticas suelen
ser de gran tamaño, recayendo los beneficios en pocas manos. Más aún, estos
viajes normalmente producen una gran huella ecológica como resultado
Si
nos fijamos en los complejos con “Todo Incluido” en países pobres con gran patrimonio natural el tema se
agrava, ya que no sólo se genera un enorme impacto ambiental por la cantidad de turismo, sino que los ingresos por el alojamiento van a las grandes
cadenas hoteleras y todos los servicios adicionales (comida, bebidas,
excursiones, masajes, fiestas) se quedan mayoritariamente en las mismas manos.
Personalmente,
me parece como si l@s viajer@s estuvieran en una burbuja, sin apenas conocer la
realidad del país, ajen@s a las condiciones de vida de sus habitantes, a sus intereses, auténtica cultura, dificultades. Sin valorar su repercusión en el entorno natural, el paisaje y su vegetación. Sólo viviendo en una nube paradisíaca que
podría estar ubicada en ese lugar como en cualquier otro del planeta. Lo que es
totalmente verdad en este tipo de viajes es que l@s comerciantes locales apenas
se benefician económicamente y el impacto en el ecosistema es grande, tanto por el expolio de vegetación que ha supuesto la construcción de los grandes complejos hoteleros, como por los residuos generados.
Una forma de darle la vuelta a esta situación
es buscar un viaje de naturaleza practicando un turismo responsable, también conocido como turismo justo,
sostenible, alternativo…o bien participando en cualquiera de los muchos viajes
solidarios, de voluntariado internacional, campos de solidaridad o intercambios
de experiencias organizados por ONGDs.
Pero
¿cuál es la diferencia entre estas dos formas de viajar?
La idea principal del turismo justo es
que tiene en cuenta su impacto sobre los aspectos no sólo ambientales sino también sociales y económicos de la población visitada, es decir, sobre las distintas facetas del desarrollo,
y la responsabilidad de ello recae tanto en la gente que ofrece los servicios
turísticos como en la gente que viaja. Se busca el desarrollo comunitario
global desde el punto de vista de los derechos y de la igualdad de género.
En primer lugar, cuando un viaje está
fuera del turismo de masas los beneficios económicos van principalmente a la
gente local. El turismo responsable conlleva que tengamos en cuenta a la hora de viajar que nuestra huella ecológica sea mínima, que quienes nos prestan el servicio tengan un trabajo digno, con
ingresos justos, con equidad de género, que no haya trabajo infantil y que esté excluido el turismo sexual.
Aunque
podemos pensar que cualquier viaje ejerce un impacto sobre el medio ambiente en
términos de contaminación, las proveedoras de turismo sostenible intentan evitar actividades y
prácticas dañinas en el destino, limitar el uso de recursos naturales y recuperar
el medioambiente como forma de ofrecer bienestar a las viajeras a la vez que se protege el ecosistema.
Y
si quisiéramos implicarnos más en los destinos que vamos a visitar ¿qué
tendríamos que hacer?
Entonces, podríamos acercarnos a una ONG
y participar en un viaje solidario. Sin embargo, es imprescindible pasar por un
curso de formación de la ONG y recibir su visto bueno de que hemos integrado
los valores del turismo responsable o del voluntariado internacional, así como
comprometernos en actividades de difusión de esta experiencia.
Otras veces nos encontraremos con
grandes agrupaciones de turismo comunitario, como es el caso de la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario de Ecuador, que incluye más de 100 comunidades rurales
indígenas dedicadas al turismo de naturaleza, venta de artesanía local, alimentos
vegetales y plantas medicinales, rutas turísticas, etc. Todo ello con una
organización basada en decisiones colectivas y un reparto equitativo entre las
comunidades, en las que se impulsan tanto las capacidades individuales como las
capacidades colectivas.
Pero
¿qué busca la gente en estos viajes alternativos?
Principalmente, en lugar de diseñar un viaje con una agenda
muy apretada visitando muchos museos, comprando en tiendas caras, fotografiando
todos los edificios emblemáticos o yendo a espectáculos famosos, buscan disfrutar de sus vacaciones en base al respeto a la Naturaleza y al equilibrio de los ecosistemas e integrarse
en el modo de vida auténtico de la población local, ver “la cara oculta” del mundo rural que no
llega a través de los medios de comunicación para obtener una idea de la
realidad y entenderla mejor. Mediante el
contacto directo con la gente y su entorno natural, pueden conocer de primera mano la realidad y, sacando sus propias conclusiones, enriquecerse con las distintas costumbres y
puntos de vista, así como tener la satisfacción personal de crear lazos con otras
culturas. De esta forma, con esta visión distinta de “viaje”, no sólo se
enriquecen personalmente, sino que contribuyen a la conservación de los ecosistemas vegetales, la economía local y al
desarrollo humano de la población que visitan.
¿Qué
opinas sobre esto? ¿Te atreves a dar un paso adelante y viajar de una forma
más sostenible? ¿Piensas que vale la pena ser un/a turista responsable?
